FUTBOL
Uno de los deportes que más concita la atención mundial, o el que más la concita, es el futbol.
Llamado el deporte “rey”, por la gran cantidad de personas que disfrutan viéndolo y jugándolo. De hecho es conocida la frenesí que provoca cada mundial de futbol que se realiza. Son millones las personas que ven el futbol por televisión y miles las cuales asisten a los estadios para alentar a sus naciones. Otro tema relacionado al futbol es el económico. Son millares de dólares los que se mueven alrededor del futbol.
Prácticamente cada país tiene su propia liga. Algunas más famosas que otras. Entre las cuales destacan la liga italiana de futbol, la española, la inglesa, la alemana, la argentina y la brasilera. De hecho los jugadores de futbol más conocidos pueden llegar a ganar varios millones de dólares al mes. Y sus pases pueden llegar a valer más de 70 millones de dólares. Es la pasión de multitudes. La locura de hombres y últimamente de mujeres.
Pero el futbol no es un deporte que surge en la actualidad. Este se remonta hace varios siglos atrás, incluso antes de la era cristiana, en la vieja china. Donde los militares, como medio de entrenamiento, jugaban futbol con una pelota casi redonda. Pero en este “juego” se podían utilizar los pies, como las manos. Competían dos equipos, los que se la debían quitar y pasarla sobre una cuerda atada a dos extremos. Posteriormente en Japón también se empezó a jugar este tipo de futbol, pero solo por entretención. Y casi sin ninguna rudeza. El juego en si era muy cortes.
Más adelante se empezó a jugar futbol en la Grecia antigua, y los romanos también incursionaron en este juego. Con ellos el futbol se traspasó a las Galias y de estas a las islas británicas. Y es justamente en esta zona geográfica donde alcanzo el nivel evolutivo de la actualidad. De hecho el primer equipo y asociación de futbol que se fundó en el mundo, fue en Inglaterra. Era el año 1863.
Fueron los inmigrantes ingleses los que exportaron el deporte del futbol al mundo entero. Poco a poco se fueron estableciendo las reglas de este deporte. Las principales, son las siguientes:
El partido de futbol se disputa entre dos equipos de 11 jugadores cada uno.
Se dispondrá de tres árbitros para que se respeten las reglas. Uno será el central que estar dentro de la cancha para sancionar las faltas graves, entre los jugadores.
Los otros dos, serán guarda líneas, y velaran el sancionar cuando la pelota de futbol salga de la cancha y los offside. Asimismo podrán asistir al árbitro central si ocurre alguna falta y este no la ve.
El offside ocurre si un jugador queda fuera de juego, con respecto al último jugador contrario, al tocar la pelota de futbol.
Se debe jugar 45 minutos por lado. Con un descanso de 15 minutos. Se alargara el partido de futbol en consideración a retrasos naturales del mismo partido. Jugadores lesionados, pelotas fuera del campo, etc.
Gana el que logre la mayor cantidad de goles. O sea, el que ingresa más veces la pelota en el arco contrario. Solo se podrán utilizar las piernas. El arquero será el único que podrá utilizarlas.
La cancha de futbol debe medir un mínimo de 100 metros de largo y unos 75 metros de ancho como máximo.
* Para poder practicarlo es necesario el tener zapatos de futbol especiales.
Nos referimos a los zapatos con estoperoles. Estos deben poseer ocho estoperoles como mínimo. Esto es para que el pie tenga un mejor agarre, ya que en el futbol las piernas se deben mover bastante en varias direcciones. Y también realizar de repente movimientos bruscos. Por lo mismo se tiene que tener unos zapatos que se agarren bien a la cancha. Pero hoy en día, muchos de los zapatos de futbol los tienen adheridos. Y los estoperoles son de plástico, no como antes que eran de acero. Por lo que casi no hay que preocuparse del tema. Lo otro es la famosa pelota de futbol. Esta debe ser de cuero. Idealmente. Muchas de ellas son vendidas en tiendas especializadas en deporte, o en los grandes centros comerciales. Una buena pelota de futbol cuesta alrededor de US$16,9 dólares. Con ella uno se asegura de que no se rompa con facilidad y rapidez.
Amores para un viajante solo
- Luis Junco -
A las dieciséis y veintidós, a más
de novecientos quilómetros por hora y a una altitud de diez mil metros, Agustín
Salmeán, representante de una renombrada firma de tecnología punta, viaja rumbo
a Zurich. En un asiento de la primera clase del Boeing 747 que lo transporta
repasa una apretada agenda y los pormenores de la importante entrevista del día
siguiente. Después, guarda documentos y agenda en un liviano portafolios y
reclina suavemente el asiento.
Aún no ha acabado de cerrar los
ojos, cuando sus pensamientos vuelan en dirección contraria, unas cuantas horas
antes, en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Vuelve a escuchar el esperado anuncio
por los altavoces que pronuncian su nombre, y a verse en su acudir presuroso al
mostrador de información. Apenas recuerda la gentil azafata que le hace la
entrega, pero recuerda hasta el menor detalle cada palabra y signos del mensaje
que atesora en un bolsillo interior de su americana. "Confirmo
llegada esta tarde a Zurich y alojamiento en el hotel Ambassador. Te quiero.
Alicia". Casi
puede ver sus largos dedos redactando el mensaje, los graciosos rizos de su
pelo suave y dorado cayendo en sombras sobre las letras y el papel. ¿Dónde
estará ahora, qué estará haciendo? Tal vez descansando en el hotel, decide,
haciendo tiempo para trasladarse al aeropuerto. O en la larga sobremesa de un
acogedor restaurante de París, con un importante ejecutivo parisino -esos
lúbricos ejecutivos franceses, enfatiza con rabia-.Por primera vez siente celos
por Alicia. Despierta, a la vez sorprendido y alegre.
A las diecisiete y cincuenta y dos,
apenas cuatro minutos sobre el horario previsto, está en el aeropuerto de Zurich.
Sin demora, toma un taxi y se dirige al hotel Ambassador. Un correcto
recepcionista le comunica que está hecha la reserva a nombre de Alicia
Brünstein, pero que ésta aún no ha llegado. Con la esperanza de una corta
espera, Agustín Salmeán sube a su habitación. Mientras deshace el equipaje,
piensa en el delicado cuidado con que Alicia ordena sus ropas, la suavidad de
las mismas, el inconfundible olor que emanan. Tiene el tiempo justo para
ducharse y cambiarse de ropa. Después vuelve a bajar a la recepción y deja un
mensaje para la señora Brünstein: "Siento la demora. Te dejo la
entrada para el concierto. Si no pudieras llegar, te espero para cenar en el
restaurante Parade, en la Bürkliplatz, al final de la Banhofstrasse.
Agustín."
Sentado junto a la única butaca
vacía de una zona privilegiada del Tonhalle, Agustín Salmeán escucha, con el
mismo sentimiento que suele hacerlo, la Obertura del Cazador Furtivo de Weber.
Es un sentimiento de paz interior,
de exaltación de los sentidos habitualmente adormecidos o distraídos en hábitos
agitados y menesteres minuciosos y absorbentes. Por un instante siente la
ausencia de Alicia; pero el poder de la música rompe espacio y tiempo y la hace
presente en una mágica burbuja en la que comparten un instante sin tiempo ajeno
a aeropuertos, hoteles, entrevistas, ofertas y demandas, presupuestos, taxis,
dietas, facturas, equipajes. En el intermedio siente por vez primera la
impaciencia y mientras fuma un cigarrillo en el hall no puede evitar mirar
constantemente hacia la puerta. Pero sólo aparece la noche incipiente de
Zurich, y, aun sin verse, la patente presencia de los Alpes en su actitud de
espera interminable. Durante la segunda parte, la ausencia de Alicia prevalece
sobre la formidable cuarta sinfonía de Johannes Brahms. No tiene conciencia del
último movimiento, y apenas da comienzo el entusiasta aplauso del final,
Agustín Salmeán abandona la sala de conciertos como urgido de una perentoria
necesidad. Su primera intención es llamar al hotel; pero el sedante aire de la
noche suiza consigue mitigar su impaciencia. Mientras camina por la
Banhofstrasse es consciente de que ha estado a punto de echarlo todo a perder.
Al final de la calle, la aparición de las luces del muelle del lago hace
renacer su ilusión y con renovada esperanza se dirige al restaurante Parade.
Son pasadas las veintidós y quince,
y Agustín está sentado junto a un amplio ventanal desde el que se abarca la
hermosa franja luminosa que circunda el Zürichsee. Sobre su mesa languidece la
romántica luz de una vela que parece reflejar la evolución de su ánimo. Al otro
lado de la mesa un asiento vacío sigue aguardando la presencia de Alicia
Brünstein. Un cortés camarero se ha acercado y le pregunta de nuevo si ya desea
ser servido. Responde que aguardará un poco más y sus pensamientos construyen
una conversación y una imagen cálida de Alicia. No hablarían de trabajo, sino
de las especiales características que éste imprimía a sus vidas. Ella estaría
espléndida, su largo pelo graciosamente recogido y dejando franco el óvalo
perfecto de un rostro donde la luz de la vela queda atrapada como en un charco
nocturno.
Sus ojos —¿verdes? ¿marrones?
¿ambarinos?— insinúan complicidad mientras dice:
—En el fondo somos afortunados, ¿no
te parece? Este amor así, con las limitaciones que juzgaría el común de los
mortales, se demuestra auténtico y verdadero. En realidad, no veo ningún otro
que pueda ser posible. Con el paso del tiempo llegará a parecernos
invulnerable.
Agustín sonríe asintiendo: es su
mismo pensamiento. La intermitente lejanía de los cuerpos acrecienta la
comunión de sus espíritus.
Lejos de enfriarse, éstos crecen
obligados a buscarse por encima de mares y océanos, en el rastro laberíntico de
tierras y distancias, entre el maremagnum de pueblos y extrañas culturas. Es
cierto que se resienten de la ansiedad que produce la ausencia, que padecen el
sufrimiento que otorga la lejanía. Pero el sufrimiento une; la ansiedad queda
mitigada por la evocación del otro, vencedora instantánea de la soledad.
Aún la lleva con el pensamiento del
brazo, caminando unidos sobre resonantes adoquines que devuelven sus pasos en
ecos altos y precisos como los próximos perfiles de las montañas heladas,
cuando repentinamente sus ojos tropiezan con la fachada del hotel Ambassador.
Si hubiéramos podido ver su rostro, diríamos que su expresión denota a la vez
decepción y acomodo, un como decir: "Bueno, al fin y al cabo, ha faltado
poco para resultar una perfecta velada." Después entra en el hotel y acoge
sin un gesto la esperada nota que le entregan en la recepción: "Imprevistos
de última hora, me obligan a suspender el viaje. Alicia." Sube a su habitación y apenas se
demora en quedar profundamente dormido.
A la mañana siguiente, Agustín
Salmeán se levanta temprano y luego de un abundante desayuno, recoge su
equipaje y firma en la recepción los gastos de la estancia. Antes de abandonar
el hotel, se dirige a la agencia que gestiona viajes, reservas y
comunicaciones. Después de consultar minuciosamente su agenda, Agustín Salmeán
ajusta fechas, horas y lugares. Por último ordena dos viajes para Berlín con
fechas y horas diferentes; dos reservas al hotel Penta para aquel mismo día;
dos reservas para un concierto de la Orquesta Filarmónica; reserva de una mesa
en el restaurante don Giovanni; tres comunicaciones de fax a ser enviadas a
horas precisas. En el lugar del Destinatario de los mensajes escribe su propio
nombre. Sólo duda unos instantes, los momentos de decidir el nombre, Claudia
Mei, y comenzar a imaginarla.
EPN: no puedo confirmar muerte de “El Chapo”
-La Jornada :21 de Febrero del 2013
• “Todavía no tengo ninguna información que confirme tal
hecho y espero tener una actualización”
Ante
los insistentes rumores que circularon en redes sociales en relación con que el
narcotraficante Joaquín El
Chapo Guzmán habría
muerto en un enfrentamiento en la zona del Petén, en Guatemala, el presidente
Enrique Peña Nieto dijo que “no lo podía confirmar”.
Entrevistado en el Senado, al término de la sesión solemne
por el Centenario de la creación del Ejército, Peña Nieto aseveró: “no he
podido confirmar, todavía no tengo ninguna información que confirme tal hecho y
espero tener una actualización”.
De
igual forma, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, dijo que el
gobierno federal no tiene información precisa que confirme que entre los
narcotraficantes abatidos esté Joaquín El
Chapo Guzmán.
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